Madrina

Qué deprisa pasa el tiempo
No nos damos cuenta pero en poco todo cambia en nosotros .
Mi cielo; aún su tono es celeste pero ya no es tan radiante.
En él algunas nubes blancas van marcando la senda de mi otoño próximo .
Las líneas de la madurez me mojan, sin yo quererlo.
Hoy el viento rozó mi tez y agitó el humo de mi cielo.
Y me elevé al arco iris que marcó tu llegada al mundo.
Yo entonces era un cielo tan adolescente, tan solo diecisietes años.
La primavera se miraba en él, qué lejos veía yo los inviernos.
Naciste de tu madre que es la mía,.
cuando el sol asomaba sus primeros rayos,
el alba despuntaba con sus tonos de verano,
tu llanto nació con ella .
Llegaste envuelto en el zurrón de la vida
tan frágil y diferente a los otros
en ese instante tu aroma, tu frescura me salpicó
impregnando a mi aurora boreal
y me convertí en tu guardiana
mis cuidados a raudales coloqué en ti
hice de mis estelas tu refugio
donde tu solías ir a dormir
con el manto blanco de mi luna te protegí del frío,
de la brisa que podía robar tu aroma,
del viento que podía quebrar tus frágiles ramas.
Hice de mi tu invernadero
qué de veces has buscado este cielo para secar tus lagrimas
qué de veces mis estrellas consolaron tu llanto y el algodón de mis manos te cubría,
te acariciaba mientras tu dormías
Te dí mi tiempo, la juventud de mi cielo te regalé,
porque aunque no te engendré,
tu savia corría por los cuencas de mi,
Era mi pequeño el árbol que vi nacer.
Nos pertenecíamos mutuamente .
Yo era el cielo donde tú corrías para buscar calor y tú, mi niño a quien mimar y cuidar,
tus brazos al extenderse sobre mí refrescaban a mi cálida primavera .
Ya hoy eres un árbol frondoso, tus ramas son fuertes, las abonaron mis estrellas con amor
Con la savia de nuestra madre fuiste regado
Hace tanto de eso ......
Pero cuando tus ramas se agitan al viento y tu sombra cae sobre mi cielo ya otoñal
siento lo mismo que hace veinticinco años,
una alegría que inflama mis pulmones.,
Mis nubes se perfuman y salen a recibirte a las puertas de mi pequeño firmamento.
Tus ramas siguen siendo mi infinito .
Tú pintas mi cielo de azul aunque la nieve caiga en él.
Te quiero tanto que no puedo diferenciar tu cariño con el de los luceros nacidos de mi
Hoy mi recompensa a esos años, a estas primaveras dedicadas a ti, hermano
es cuando tus ramas me acercan a tu pecho y me dicen:

"¡ Gracias por haber sido más que una hermana !

¡Te quiero Madrina !"

Amar - 15.07.2004