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Miércoles, 09 de Junio de 2004
VARIAS ESTRATEGIAS
Cómo prevenir las náuseas y vómitos tras la anestesia

JAVIER MARCO

Casi uno de cada tres pacientes sufre nauseas y vómitos tras ser operado. Y este porcentaje no ha cambiado a pesar de los nuevos fármacos existentes en el mercado y los cambios experimentados por la cirugía. Un nuevo estudio europeo intenta poner orden sobre el mejor modo de hacer frente a este problema.

Muchos de los 75 millones de sujetos que se someten cada año en el mundo a una intervención quirúrgica recuerdan como experiencia más desagradable los vómitos al despertarse de la anestesia. Para algunos de estos pacientes tiene más importancia incluso que el dolor y, en sistemas privados como el estadounidense, están dispuestos a invertir un dinero extra en cualquier tipo de fármaco que los pueda evitar.

A pesar de que se han realizado más de 1.000 ensayos clínicos en busca de una buena estrategia que controle eficazmente las náuseas y los vómitos del postoperatorio, todavía no se ha encontrado una respuesta certera a este problema.

Por un lado hay que considerar que los nuevos fármacos contra los vómitos son demasiado caros como para dárselos preventivamente a todos los sujetos que entran al quirófano. Además, aunque las técnicas quirúrgicas son cada vez menos agresivas, se intenta que los pacientes se levanten y vayan a casa muy precozmente; de hecho, en la actualidad son muchas los operados que regresan a su domicilio el mismo día o al siguiente, algo inusual hace muy pocos años.

Además de ser muy desagradable, esta complicación del quirófano puede acarrear otras consecuencias serias como el que se suelten los puntos de sutura, así como problemas esofágicos o pulmonares serios. De hecho, uno de las causas más frecuentes de reingreso en el hospital tras una intervención quirúrgica son las náuseas y los vómitos.

Lo más caro no siempre es lo mejor
El nuevo estudio europeo ha sido realizado en 28 centros hospitalarios e incluye a más de 5.000 sujetos operados. Se trataba de personas con riesgo alto de sufrir esta complicación postoperatoria a las que se sometió a diferentes estrategias de prevención.

En algunos casos se administró antes de la cirugía un fármaco contra el vómito seleccionando al azar sobre tres posibles: droperidol, dexametasona y ondansetron (este último bastante más caro). También se varió entre unos y otros pacientes el tipo y la proporción de medicamentos anestésicos utilizados: en forma de gas aspirado o de fármaco administrado a través de una vena.

Los resultados de este complicado ensayo clínico se publican en la revista 'The New England Journal of Medicine' y, aunque tampoco consiguen dar una solución definitiva, sí consiguen aclarar algunos puntos.

El primero de ellos es que la eficacia de los antieméticos más baratos (así se llaman los medicamentos contra el vómito) es muy similar a la del caro: todos reducen un 26% el riesgo de sufrir vómitos tras la anestesia. Otro aspecto interesante que revela este trabajo es la utilidad de intentar prevenir este problema: hay que centrarse en aquellos sujetos que tengan riesgo considerable (tienen más riesgo de sufrir este contratiempo las mujeres, los no fumadores, aquellos que se marean fácilmente y los que lo han padecido con anterioridad).

Finalmente, el emplear varias estrategias a la vez: combinación de medicamentos contra el vómito o diferentes cambios en el tipo de anestesia empleado, añade bastante poco al empleo de un solo método; sobre todo si se toma en cuenta el coste que supone el emplear varios métodos a la vez.



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