ELMUNDOSALUD.COM
6 de Noviembre de 2004
SALUD PÚBLICA
Dar agua embotellada a los pacientes hospitalarios no siempre es lo mejor

 
ISABEL PERANCHO

Si ha pasado recientemente por el quirófano, lo más probable es que a las pocas horas de su intervención haya encontrado en su mesilla una botella de agua mineral. «Beba e intente orinar», le habrá recomendado el personal de enfermería. Cada día se consumen en los centros sanitarios españoles miles de litros de agua envasada. ¿El motivo? «Puede que sea por comodidad, para evitar el trasiego de jarras, o para dar idea de mayor calidad, aunque lo más recomendable, por sano y barato, es la del grifo», opina Vicente Domínguez, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.
Un estudio holandés acaba de darle la razón. Tras analizar el contenido de 68 marcas comerciales procedentes de 16 países, los autores encontraron rastros de bacterias, entre otras de las familia del estafilococo y de 'Legionella,' en el 37% de ellas y de hongos en un 4%. Los niveles de contaminación detectados son bajos y no representan un riesgo para un consumidor sano, pero sí podrían suponer un peligro en pacientes con un sistema inmune debilitado, como los trasplantados de médula ósea.

«Estos enfermos reciben agua mineral embotellada en la creencia de que es más segura que la del grifo», comentó Rocus Klont, de la Facultad de Medicina de Nimega (Holanda), durante la presentación de los resultados de su trabajo en la Conferencia Intercientífica de Antimicrobianos y Quimioterapia (ICAAC, sus siglas en inglés), celebrada esta semana en Washintong (EEUU) a instancias de la Sociedad Americana de Microbiología. Sin embargo, «nuestros hallazgos indican que esta percepción no es cierta», apostilló el experto.

Espoleado por la creciente costumbre de ofrecer este producto a los pacientes ingresados, Klont decidió corroborar la suposición popular acerca de su mayor pureza respecto al agua procedente de las redes de abastecimiento público.

Para ello solicitó a sus colaboradores que le trajeran un curioso 'souvenir' a su regreso de las vacaciones: botellas de agua mineral. Al final logró reunir un total de 68 envases, 56 de distintas procedencias europeas (13 de marcas francesas, 12 noruegas, 11 italianas, seis griegas, cuatro turcas, cuatro alemanas y otras tantas austriacas y húngaras y una española) y 14 de otros países (cuatro de India, tres de México, dos de Marruecos y Canadá y una de Australia, Tanzania y Cuba). Todas fueron analizadas y filtradas en un laboratorio bajo las máximas condiciones de higiene, para evitar cualquier tipo de contaminación, y posteriormente se sometieron a cultivos fúngicos y bacterianos.

Las botellas habían llegado al laboratorio perfectamente selladas, pero en 21 de las muestras (el 40%) se encontraron rastros de microorganismos, incluidas especies de 'Legionella' (la bacteria causante de la 'enfermedad del legionario', una dolencia respiratoria que se produce al inhalar el germen) '' en seis de ellas.

Klont se mostró prudente respecto a estos resultados, ya que no se puede deducir que la presencia de estos agentes sea capaz de provocar una infección, aunque advirtió del riesgo potencial en pacientes con un sistema inmune debilitado, que son más susceptibles a las infecciones y requieren condiciones de aislamiento y esterilidad.

El investigador rehusó dar los nombres de las marcas comerciales estudiadas ya que la cantidad de producto analizada era pequeña y no representativa.

España es el cuarto productor europeo de aguas minerales naturales (detrás de Italia, Alemania y Francia), con un total de 5.098 millones de litros embotellados en 2003, según datos de la Asociación Española de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas, que aúna a la mayoría del centenar de marcas comercializadas en el país. Los españoles consumen cada año cerca de 120 litros de este producto, una cantidad que duplica la de hace una década.

El estado microbiológico del agua embotellada nacional se somete a controles periódicos establecidos por la ley. Recientemente dos organizaciones independientes han revisado esta cuestión. Un análisis de ocho muestras de otras tantas marcas realizado en 2000 por la revista 'Consumer', de la Fundación Eroski, concluyó que todas cumplían los requisitos exigidos en este sentido. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sometió a escrutinio en 2002 a 33 marcas escogidas entre las más vendidas. Estudió su carga microbiana y rastreó la presencia de tóxicos y contaminantes. No se detectaron cantidades apreciables de estas sustancias en ninguna muestra.

¿Existe alguna razón que la haga más recomendable? Salvo para algunos pacientes con trastornos específicos (renales, cardiacos o digestivos) que pueden beneficiarse de la presencia de ciertos minerales, como el sodio, el potasio o el magnesio, en el agua envasada, la respuesta es negativa. «No ofrece más beneficios que las que emanan de las traídas municipales que están bien controladas. No hay diferencia», sentencia Vicente Domínguez. Otra cosa es que no le guste el sabor de la que brota de su grifos.

ENLACE AL ARTICULO ORIGINAL


 


Recomienda este página a: